Carles Puigdemont, ha anunciado desde Bruselas que su partido suspende todas las negociaciones sectoriales con el PSOE, incluyendo los Presupuestos Generales del Estado. Sin embargo, tranquilos, que la propuesta de delegar competencias de inmigración a Cataluña sigue viva. Porque, al parecer, las trincheras del «no» tienen una puerta giratoria.
¿El detonante? La Mesa del Congreso decidió no decidir sobre la proposición no de ley de Junts que insta a Pedro Sánchez a someterse a una cuestión de confianza. Un movimiento estratégico que Puigdemont ha interpretado como una señal de que el PSOE ha captado su “seriedad” (y posiblemente su capacidad para torpedear el Gobierno si le apetece). Al parecer, el «no hacer nada» ahora cuenta como victoria política.
En un giro inesperado, Puigdemont ha pedido que todo este enredo político se resuelva en Suiza con la mediación de un diplomático internacional. Porque claro, si hay algo que grita urgencia política, es un viaje a un país famoso por su neutralidad, relojes caros y chocolate. La reunión estará supervisada por Francisco Galindo Vélez, el diplomático salvadoreño encargado del «mecanismo de verificación internacional», una figura que seguramente nadie conocía hasta hoy, pero que ahora suena como el nuevo protagonista de un thriller político.
¿Ruptura o chantaje creativo?
Puigdemont ha dejado claro que Junts no negociará los presupuestos ni aprobará ningún decreto ley, salvo, claro, esos pequeños flecos como el catalán en la Unión Europea. Porque hasta el caos necesita un toque de orden. En caso de que la cosa se rompa definitivamente, ha advertido que pedirá elecciones generales. Porque nada dice estabilidad como lanzar al país a unas nuevas elecciones.
Eso sí, ha descartado unirse al PP en una moción de censura. Según el expresident, cambiar un Gobierno por otro es un sinsentido. Lógico, porque ¿quién querría estabilidad cuando puede tener negociaciones mensuales con mediadores internacionales y titulares de prensa que parecen sacados de una novela de espías?
El PSOE opta por la discreción (¿y la desesperación?)
Mientras Puigdemont mueve sus fichas como si estuviera jugando al ajedrez tridimensional, el PSOE ha optado por el camino del silencio estratégico. Según fuentes del partido, las negociaciones con Junts continuarán en la «discreción». Traducido al lenguaje común: «Estamos improvisando como siempre y cruzando los dedos para que esto no explote».
En resumen…
Puigdemont ha vuelto a llevar la política española al borde del surrealismo, exigiendo reuniones en Suiza, suspendiendo todo menos lo que le interesa y dejando al PSOE bailando al ritmo de sus demandas. Si algo queda claro, es que el expresident no solo sabe jugar sus cartas, sino que lo hace con estilo. ¿Qué será lo próximo? ¿Negociaciones en Marte con un mediador intergaláctico? No lo descarten.
